-Es inútil que hables con ella -dijo la libélula, que estaba posada en lo alto de una elevada espadaña parda-, absolutamente inútil, pues se ha ido.
-Bueno, peor para ella, no para mí -resondió el cohete-. No voy a dejar de hablarle meramente porque no preste atención. Me gusta escucharme cuando hablo; es uno de mis grandes placeres. A menudo sostengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una sola palabra de lo que me digo.
El insigne cohete
Oscar Wilde
Pensemos en poco más en los demás, despues de todo ellos forman parte de nuestra vida, son nuestra vida. "Nuestra" no encaja a la perfección, no nos pertenece, también le pertenece a todos. A cada uno que entra y quiera modificarla. A cada aficionado de la pintura que venga a darle una pincelada a tu cuadro que no querías que nadie tocara. A un peón que no ha aprendido a hacer la argamasa para tu planificada Catedral. No planifiquemos, no es nuestra, no es propia. Es imposible que nadie nos la toque. Acepta los toques, disfruta de ellos. Disfruta de lo inesperado, de lo que no está planificado.
¿Me permites una pincelada?
Every turn a surprise with new horizons to pursue
♪
domingo, 6 de abril de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Buen relato el del cohete,pero ya sabes lo que le pasa al final. Tanto hablar de que es el mejor cohete del mundo, y despues nada.
Bueno =D, esta tarde espero que nos podamos echar unas canastillas ¿no?
que llevo sin jugar siglos y me oxido
Nos vemos marica =D
te la permito
de qué color?
(Ciudadana del Mundo)
se echan de menos tus palabras
actualizaaa
besitos
Ya la diste. ¿Que no?
Publicar un comentario